jueves, 6 de septiembre de 2012

Recuerdos de una vida

"No somos nada" ... debe ser una de las frases más pronunciadas en los tanatorios y correspondientes tanatosalas. "Polvo eres y en polvo te convertirás" o su contraparte eróticofestiva "Del polvo venimos y al polvo regresaremos" vienen también muy al caso. Contra esta fatalidad y desde el inicio de los tiempos el hombre se ha querido rebelar, ha querido perdurar en el tiempo. De las muchas formas posibles, escribir un libro, plantar un árbol o escribir un libro han sido las más utilizadas.

Ignoro si mi abuela ha tenido alguna vez la tentación de perdurar en el tiempo pero lo que está claro es que, con voluntad o sin ella, hasta ahora lo viene consiguiendo. Hoy cumple 92 años y, árboles y libros aparte, tuvo dos hijos. De los dos, lamentablemente una, mi tía, murió hace ya muchos años. Al que le queda, no lo reconoce; le llama "el señor ese".

Definitivamente el cerebro, cómo funciona, es un misterio; uno de los más grandes si no el mayor que nos hemos planteado. He tenido que llegar yo para darme cuenta. Hasta hace unos meses, su deterioro cognitivo no era más que el inexorable debido a su edad, con pérdidas de memoria tan reiteradas como moderadas en el sentido de que solo afectaban a la memoria de corto plazo. Desde hace uno o dos meses algún relé encargado de la otra memoria empezó a funcionar de forma intermitente, como decía el chiste, ahora sí, ahora no.

Lo más curioso de todo, dentro de la lógica tristeza, es que el primer recuerdo que parece haberse apagado del todo es el de quién y cómo es su hijo. Uno pensaría que los primeros recuerdos en "borrarse" si es que se borran, o en convertirse en inaccesibles deberían ser los menos importantes en su vida y más concretamente los de las personas que llevan menos tiempo en ella. Sin embargo, al igual que una persona de repente desaparece y solo queda su recuerdo, parece que con los recuerdos puede pasar algo parecido. Recuerdos de toda una vida perdidos en un instante. La demencia senil ha venido para quedarse ... me temo.

Un saludo, Domingo.

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