jueves, 13 de septiembre de 2012

Despedidas

Hace 58 días, si tengo que fiarme de Google Drive, me despidieron. Según me dijeron varios compañeros, algunos de ellos por aquí mismo, con este hecho tomaron conciencia de que realmente indefinido no significa infinito. Yo, ya lo sabía desde hacía tiempo, cuando vi las barbas de otros pelar. Así que, por así decirlo, el despido me pilló desprevenido, la despedida no. Precisamente porque cuando algunos de los, a mi juicio, injustamente rasurados se fueron, lo hicieron sin despedirse, yo llegado el momento, copié y pegué estas letrillas. Pedí además que se enviaran el viernes a última hora cuando yo ya no estuviera (de hecho no estaba desde el martes) y el hipotético impacto fuera el menor posible. No sé si al final se envió o no y ninguna de las alternativas me molestaría, no en vano me limité a expresar un deseo, dando potestad absoluta sobre si se hacía o no y cómo. El texto (salvo error u omisión) era el siguiente:


Con el paso de los, muchos, años
Ves despedirse a mucha, mucha gente.
Con cada uno, esta despedida surgía,
Evaluaba cuidadoso, a veces,  los daños,
Agradecido, indignado o aséptico/indiferente.
Hasta que decidí que no la improvisaría,
Que ni fríos ni calientes ni paños ni apaños,
Que los míos se merecen algo diferente,
Recuerdos vivos de penas... y alegrías, sobre todo, alegrías..

De entre todos los insistentes temas,
Escollaba un mensaje recurrente,
¡¡¡Sabía ya cómo me despediría!!!
Una quintilla que reflejara mi flema.
Una obsesión de mente demente:
Unos versos que me describirían.
Ahora restaba encontrar esa gema,
Palabra y palabras, sudor de mi frente,
Algo bonito que así escribiría:

Entre su tiempo y mi tiempo,
lo segundo fue primero,
Me atendió sin mucha prisa,
Fue siempre un caballero
Y al turismo una sonrisa.

Hasta hace no demasiado,
Acrósticos no escribía,
Sonetos, quintillas, pareados,
Todo lo que “mese escurría”,
Ahora parece inapropiado.

Leer el mensaje vertical,
Usando rimas me relaja,
Emplear palabras en el panal,
Gastando las letras de la caja
Olvidar todo, si algo va mal.

Domingo quiso así despedirse,
Osculillos y abrazos por doquier.
Muy suyo, no sé si supo reprimirse,
Intentando las lágrimas contener.
Nadie duda, la emoción terrible.
Gracias a todos por así ser.
Olvidaros no me será posible.
Mi intención era no añadir nada pero no pude reprimir la tentación y lo hice. No puse nada del otro mundo, tan solo un llamamiento a que la gente donara sangre. Hoy, por motivos sobre los que probablemente escriba pronto, me he acordado de esto y he aprovechado para incluirlo en el blog.

Un saludo, Domingo.

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