Sinceramente, me gustaría vivir en otro sitio o en el mismo sitio pero en otro tiempo. No sé si fue Pérez Reverte, Carlos Herrera o quién pero el que dijo que en España no cabe un tonto más o que hay más tontos que botellines acertó o al menos supo describir de forma hiriente la realidad en la que vivimos.
No sé por qué, tengo la sensación de haber conocido a más personas "del PSOE a ultranza" que "del PP a ultranza". Quizás porque soy andaluz, quizás porque la gente que he conocido es un buen escaparate de esta España nuestra. No sé por qué será pero en cualquier caso, ahí está mi Twitter donde sigo a un gran número de personas que dudo mucho que hayan dejado de votar al PSOE a pesar de su horrorosa gestión de la crisis. Cualquier cosa antes de que salga la derecha y haga lo mismo que la izquierda, faltaría más.
De igual forma y aunque no los siga, en la bancada de enfrente seguro que habrá otros tantos que votaron al PP a pesar de que había hecho lo mismo que el PSOE, nada, en un macabro juego de estrategia según el cual a unos sus expertos de cabecera les decían que ya dejaría de llover y ganarían y a otros los suyos que no dejaría de llover y ganarían, por "landslide" que dirían los anglófonos.
No vas a sacar a alguien razonando de donde no ha entrado razonando y todas estas personas, en mi opinión personal, considero que son víctimas no solo de un sistema sino de ellas mismas.
Esta semana hemos podido asistir, por diferentes circunstancias, a dos tristes espectáculos. El primero tuvo lugar cuando dimitió Esperanza Aguirre, una persona que representa como nadie las filias y las fobias anteriormente mencionadas. Al día siguiente, si no recuerdo mal, la muerte de Carrillo. Aunque parezca contradictorio, sobre todo a la gente de pensamiento único, ambos son políticos que me caen (me caían) moderadamente bien.
Esperanza Aguirre me parece un animal político de primera. Es increíble su habilidad para desviar la atención de las cosas que hacía mal lanzando un cebo que mordían gustosos las barras bravas de ambos lados. Por otro lado, eso no es gran cosa. Eso no es necesariamente bueno, si ahondamos un poco podríamos colegir que solo significa que el resto de políticos es incluso peor o al menos más torpe. En muchos casos lo justo y necesario para que el líder de turno le deje en la silla que ocupa o con la esperanza (esta vez con minúsculas) de ocuparla.
Para mí lo positivo de Aguirre es que me parecía una mujer valiente. Sus convicciones políticas eran unas y procuraba no doblegarlas mucho, al menos en menor grado que otros compañeros de oficio.
Carrillo, por su parte, me merecía una opinión más o menos parecida a la de Fraga en cuanto a padre de la Constitución, a ceder, a dejar de lado las diferencias para embarcarse en un ilusionante proyecto común por mucho que en su historial haya máculas cuya extensión es tan cuestionable como las cifras de asistencia a las manifestaciones. Por mi lado, me da igual si él fue el que aprobó las masacres de Paracuellos o si fueron elementos aislados (lo mismo dirán los que ganaron la guerra de muchos de sus desmanes). Creo que tener la altura de miras de, sin renunciar a tus ideas, trabajar por un bien común, bien que incluye al que no opina como tú, merece ser digno de elogio.
Esta forma de ser, esta altura política que se dice ahora, que demostraron Fraga o Carrillo dista mucho, muchísimo, de las que hoy sufrimos. Zapatero o Rajoy me parecen malos remedos de González o Aznar, por ejemplo, por mucho que me puedan gustar o disgustar cosas de uno y de otro.
Pues bien, minutos después de dimitir Aguirre, Twitter echaba humo con especulaciones acerca de por qué lo había hecho. Yo envié uno que decía algo así: Si dentro de unos meses se sabe que ha dimitido porque se le ha reproducido el cáncer, alguno hasta se alegrará.
No habían pasado ni 10 minutos cuando una de las personas a las que sigo retuiteaba otro que decía:"La buena noticia de la dimisión de Aguirre solo podría superarla el hecho de que se le reprodujera el cáncer".
Sí, se supone que es humor negro, pero creo también que describe perfectamente cómo es media España, la media España que se alegraba con la dimisión de Aguirre. Exactamente la misma media que al día siguiente se entristecía con la muerte de Carrillo y exigía del rival el respeto que no habían demostrado el día anterior.
Y describe perfectamente cómo es la otra media, la media que se entristeció con la dimisión de Aguirre y a la que le sentaban como un tiro todas las bromas del rival, aprovechando la muerte del de Paracuellos para hacer otra broma similar pero que yo no pude leer por no tenerlos agregados. Eso sí, sé que los hay, no lo dudo ni un momento. Si hay algo a lo que me niego en redondo es a pensar que uno de izquierdas tenga que ser necesariamente mejor o peor que uno de derechas. Será mejor o peor por como sea como persona, no por sus ideas.
Y tuiteé algo así:
Muchos de los que ahora se entristecen de la muerte de Carrillo se alegraban hace no mucho de la de Fraga y viceversa. Lamentablemente no los veo dando el mismo respeto que exigen para sí. Al menos en un futuro corto. Ahora con la crisis, menos.
El pueblo tiene más opio aparte del fútbol y la prensa rosa: Sus propias ideas que consumen y les consumen. Ojalá algún día se den cuenta.
Y ya para acabar, tocaremos el otro punto de actualidad, la independencia de Cataluña. Mi postura creo que es fácil de exponer, no sé si tanto de comprender.
1.- Sé que hay muchos catalanes para los cuales los andaluces somos como de Burquina Faso: de otro país y les damos pena.
2.- Sé que hay otros muchos que nos ven como hermanos con mayor o menor ventura.
Por los segundos, salvo que fuera un número irrisorio, mi voto ante el referéndum nacional que la Constitución prevé para tal caso sería negativo.
Pero aunque la exposición es fácil, quizás sí que vendría bien algún tipo de aclaración. En primer lugar, no es por nada, yo también los percibo así (a los del punto 2). Cataluña es una región que me gusta y que, por muchas razones admiro o envidio. Por ejemplo envidio que puedan hablar de forma nativa en dos idiomas, ojalá yo pudiera hacerlo.
Sin embargo, la cerrazón de la casta política en buscar el beneficio propio en vez del común lo único que me causa es pena al ver que se empobrecen sin solución de continuidad y que se manifiestan en un acto esquizofrénico a la vez por la independencia y por la integración con Europa. Es decir, en un contexto en el que lo deseable es que desaparecieran todas las fronteras, unos cuantos se empecinan en no ver más allá de su terruño.
De mis conocimientos matemáticos ya queda poco pero uno de ellos es la definición de un una región (subespacio topológico)compacta. Un chiste al respecto decía que era aquella zona que podía ser vigilada por un número finito de policías miopes. Según esta definición y si cambiamos policías por políticos, la Cataluña actual me parece compacta.
¿Y qué mayor prueba de miopía que no darse cuenta (o pretender no hacerlo) que somos (el género humano) una roca dando vueltas en el espacio?. Poco más que un yogur con fecha de caducidad de unos cuantos millones de años. Eso el género humano, nosotros ni eso, unos cuantos años y ... vuelta al limbo. Eso sí, alguno parece que volvería tranquilo envuelto en su bandera, sea esta cual sea. A mí (a mis cenizas) que me tiren al arroyo y que los perros pasen con la misma despreocupación con la que pasan, ni un mísero recuerdo para todas las personas que en los últimos miles de años han poblado estos pagos.
Un saludo, Domingo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario