jueves, 13 de septiembre de 2012

Más sobre seguridad y sentido común

La seguridad y el sentido común tienen muchas cosas en sentido, digo en común. No hay ningún sistema  infranqueable, como decían por ahí, están los que han sido hackeados y los que todavía no. Y por afinar más, entre los que han visto comprometida su seguridad se dividen a su vez en dos: los que se aprovechan de una vulnerabilidad conocida y los que se aprovechan de una vulnerabilidad desconocida.

Afortunadamente la seguridad es algo sobre lo que se puede actuar. Tenemos magníficos expertos trabajando para nosotros diseñando sistemas cada vez más seguros, claves criptográficas cada vez más largas, con una complejidad tal que necesitaríamos años y años de miles de computadoras haciendo cálculos. Sin embargo, de nada sirve esto si grabas un vídeo haciendo lo que mejor sabes y lo envías por whatsapp. Una vez lo has hecho, no te asombres de que luego aparezca en webs subidas de tono y mucho menos empieces a quejarte si todo el mundo reenvía el enlace.

Eso parece que fue lo que hizo el primer edil de la alcaldía en la que trabaja tan trabajadora mujer. Y casi con la misma velocidad con la que se transmitía el vídeo se retuiteaba la noticia de que el alcalde estaba imputado. Personas inteligentes que muy probablemente se habrán manifestado públicamente en contra de la ley Sinde ahora retuitean con prisa que un alcalde ha reenviado un enlace. Mi opinión: una gran ocasión para preconizar la importancia del sentido común, perdida por ese cortoplacismo tan irresistible que tiene la mayoría de nuestros electos, de hacer política con minúsculas, mientras nosotros lo consentimos y hasta lo alentamos.

Pero no es de extrañar, al menos no viendo el nivel medio que tenemos el privilegio de disfrutar. Hoy presencié la siguiente conversación: entre una madre de una niña de unos 11-12 años con la amiga de esta.
Niña: ¿Está Fulgencia (nombre en clave, además de no querer poner el nombre real, es que no lo recuerdo)?.
Madre: No, la Fulgen está castigada y no va a salir.
Niña: ¿Entoavía? (pequeña licencia poética)
Madre: Y lo que le queda, pero si quieres puedes hablar con ella por el Tuenti. El Tuenti sí le permito que lo mire.

Y se me cayeron todos los palos del sombrajo menos uno, ese en el que hace tiempo tallé con un cortauñas .... así nos va.

La verdad es que, por diferentes motivos, me resultó curiosa la dureza inicial que no me esperaba de la mujer. Y valorando esta curiosidad me encontraba cuando escuché lo del Tuenti y no pude sino asombrarme de cómo la gente mide su tranquilidad en función de la cercanía física de los hijos en vez de  por aquello que estén haciendo.

Este verano escuché hablar en la radio sobre un libro coescrito por dos policías que trabajaban en la unidad de delitos informáticos de la Policía, si no recuerdo mal. Durante la entrevista, además de los evidentes lugares comunes (al menos para alguien que trabaja de forma directa o indirecta con la seguridad) intentaron dar algunos consejos para esos padres preocupados, muchos de los cuales era mucho más probable que leyeran el libro físico a que entraran a internet a informarse.

Pues bien, el consejo principal fue que en la guerra entre la seguridad de tu hijo y su privacidad, se siente, se siente, pero la privacidad tiene que salir perdiendo. Aconsejaban hacerse amigos de sus hijos y que estos los agregaran a sus redes sociales. No lo dijeron, pero a mí me pareció lógico. Si antes te asomabas al balcón y veías con quién jugaba tu hijo y lo que hacía, ¿por qué no debes hacerlo ahora en Facebook?. Aparte, ¿quién mejor que tú (suponiendo que tengas dos dedos de luces, que es el principal problema) para enseñarle qué hacer y qué no hacer?.

Espero que esta mujer tenga la situación controlada y, en caso contrario, espero que nadie se aproveche de la vulnerabilidad de su sistema. De la otra, la concejala, prefiero no hablar porque no hace sino recordarme el otro nivel medio tan penoso que tenemos, el de los políticos. Y si el primero me da tristeza, el segundo (quizás influido por el primero) me deprime.

Un saludo, Domingo.

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