sábado, 30 de junio de 2012

Sobre veranos y banderas

Llega el horario de verano y, junto con la operación Gastroenteritis, me pilla con todos los bikinis perfectamente adaptados a mi apolínea figura. Además, en el trabajo ha pasado casi la primera semana de las dos que voy a tener dedicadas a la formación bien mía, bien de otros. A partir de ahora, tres semanas de trabajo, cuatro de vacaciones y luego otras tres de trabajo ... de 8  a 15:00.

Pero eso ya será el lunes. Ahora lo que ocupa y preocupa a los españoles ... y a los italianos son los 90 minutos de fútbol, prorrogables a 120 con opción a penaltys de mañana. Como todos, llevo observando banderas rojigualdas colgando de balcones que a su vez cuelgan de fachadas con una asiduidad desconocida hasta hace tan solo cuatro años.

Supongo que como a muchos, no me gusta la gente que se envuelve en la bandera pero sí me gustan las banderas. Sobre todo si la bandera supone un orgullo, incluso malentendido, por lo propio sin que suponga un menoscabo de lo que no solo no lo consideramos propio sino que lo consideramos antagonista. Si uno pasea por EEUU puede observar fácilmente que su bandera es ubicua. De hecho, en Nueva York había (ignoro si sigue habiéndola) hasta una tienda de banderas, algo que no distaría mucho de poder ser calificado como el símbolo más relevante del onanismo patrio. Sin embargo, me gustó. Y me gustó porque no necesitan, como dice la canción de Mecano, de una noche y unas uvas para estar unidos en algo. Siempre hay algo por lo que están unidos aunque no siempre sea para bien.

Igualmente, cuando visité Lisboa algo más de un año después de la Eurocopa de Portugal (que acabaría llevándose Grecia ... Grecia, mira tú por dónde), pude ver los balcones galardonados con banderas de Portugal a pesar de que:
  1. Había pasado algo más de un año.
  2. Habían perdido la final.
Y eso que eran buenos tiempos para la lírica. Ahora, y me imagino que mientras que dure esta generación tan brillante, nosotros no dejamos las banderas colgadas pero sí que cada dos años nos vamos al chino de la esquina, dudamos entre coger la que tiene toro o la que no, cogemos una cualquiera y la atamos a los barrotes o le ponemos una práctica pretina para que ella ondee al ritmo que dicte el terral (no en vano estos acontecimientos suelen coincidir con el inicio del verano).

Pues bien, ojalá se queden ahí mucho tiempo, o poco, o el suficiente, qué más da. Ojalá vayan acompañadas de muchas finales y algún que otro título. Al menos mientras los locales sigan vacíos con el cartel de "Se alquila" o "Se vende", mientras las cifras oficiales hablen de tasas de paro que doblan la media europea, mientras que unos pocos podemos ver la crisis desde el burladero dando gracias de poder tener cartera todavía para que los políticos nos metan la mano en ella, y mientras que a otros muchos no les queda ni cartera, ni casi ni miedo.

Para esos, sobre todo para esos, incluso aunque se quiten el euro de la bandera del presupuesto destinado a la comida, ojalá mañana España gane. Un día menos de crisis, oasis dentro de la travesía del desierto, no es probable que siente muy mal.

Un saludo, Domingo.

sábado, 23 de junio de 2012

Cogiéndole el gustillo

Pues debo ir cogiéndole el gustillo a eso de las gastroenteritis y si no, al menos lo parece. Y lo parece porque al igual que hace dos años largos o tres cortos tuve mi primera experiencia con tan poco recomendable señora: http://donmingobratislava.blogspot.com.es/2009/11/1910-la-gastro.html
esta semana también ha tenido a bien distinguirme con su presencia. Aunque, eso sí, creo que esta vez la he sobrellevado algo mejor ... bueno, dependiendo de a qué parámetros atendamos.

Empecemos en primer con el análisis de la situación siguiendo el método ... Milton, más seguro que hervir. Si en Bratislava todo apuntó a algo que me sentó mal, en este caso debe ser ese misterioso virus que anda suelto por ahí y que de vez en cuando se pasea afectando a una serie de conocidos de conocidos que infieren así su presencia. Claro, no se puede hacer nada más que inferir porque si fuera lo suficientemente grande como para verlo la gente la agarraba a patadas con él y si en vez de inferir se pudiera diferir, la gente lo iría difiriendo sine die :-).

Por otro lado, esta vez los síntomas empezaron un miércoles, en vez de un martes. La hora, aproximadamente la misma, diría yo. La duración, pues el firewall cortó la descarga por el puerto superior en un tiempo bastante breve. Además, como contramedida que parece haberse demostrado bastante efectiva, la administración por vía oral de sales de frutas y/o bicarbonato de sodio para rebajar la acidez así como aliviar (imagino) la irritación de es parte exterior al cuerpo que todavía suponen garganta y alrededores. El caso es que en Bratislava, los esfuerzos por "arrojar", que dirían nuestras abuelas, presentaron una factura final de una semana de apreciable afonía. Factura que por otro lado estoy acostumbrado a pagar. Esta vez perdí mi voz de barítono, y solo ligeramente, al día siguiente pero quedó todavía una audible voz perfectamente compatible con géneros muy menores. Si tuviéramos que poner algún nombre diríamos que pasé durante un día, dos a lo sumo, de Andrea Bocelli a Jesulín de Ubrique, gajes del directo.

El mismo firewall, en cambio, estuvo más perezoso a la hora de impedir las descargas por el puerto 80, el usual de internet y hasta ayer y no sé si decir hasta hoy, todavía no se había terminado de recomponer el jaleo de reglas y permisos que el dichoso firewall, con su dejadez, había propiciado. Aunque quizás no sea culpa del firewall, quizás fue cosa de "las prioridades" y en ese caso es posible que la prioridad durante las primeras 48 horas fuera la de combatir el estado febril, diría un médico, de guerra diría yo, en el que me encontraba.

El mismo miércoles salí antes de trabajar porque no me encontraba bien. Un frío siberiano corría por mis venas como cubitos no solo ajenos al verano sino reacios, tozudos y testarudos en su intención de hacer parecer frío lo que todo el mundo sabe que en esta época del tiempo no puede estarlo. Así pues, escalofríos en el trabajo con el aire acondicionado y una sensación casi de bienestar bajo un calor de justicia camino del coche me hacía sospechar, con motivo, que el cerebro había dado orden de echar más carbón a la caldera.

Llegué a casa y tenía 38º con algo. Tomé sal de frutas por si eso pudiera ayudar en algo, tomé también algo de gazpacho ... no sé por qué, imagino que tendría sed y me apetecería algo fresco y me acosté. Un par de horas después me desperté con 39º y un cuerpo, parte de él, que se había rebelado había decidido tomar él las riendas y amenazaba con un consejo de guerra. Intenté dialogar pero como muestra del escaso interés que las fuerzas opositoras tenían en el diálogo, el pobre gazpacho fue ejecutado, arrojándolo (sin vida, eso sí hay que reconocérselo) desde lo más alto de la torre Andrea Bocelli.



Deshecho, con la imagen todavía en mis retinas, retomé el control de todo aquel contingente que todavía me permanecían leal, desde el primer hasta el último soldado, más sal de frutas, más sueño ... y al par de horas vuelta a empezar. Esta vez las fuerzas rebeldes abrieron todas las puertas que encontraron a su paso, arrojaron todo lo que pudieron desde cualquier sitio que pudieron (hasta el arroz que había comido aquel día y que no sabía yo si podría haber tenido algo que ver) causando un destrozo que en algunos casos ha llegado hasta hoy mismo.

Sin embargo, y rompiendo por un momento con el símil bélico, de todo aquello, lo que más me impresionó fue el instante en que rompí a sudar como nunca lo había hecho. Normalmente la frente se va perlando de gotas de sudor, con el aumento de volumen estas se van uniendo poco a poco y alguna que otra gota comienza su descenso. El proceso, que normalmente dura hasta minutos, en este caso no llevó más de un par de segundos. Lo pienso ahora y realmente me intriga cómo nuestras minúsculas células se las arreglan para llevar tanta agua en tan poco tiempo de un lado para otro.Si Fomento tuviera sistemas como estos ...

Volviendo de nuevo, desde aquel momento empezó una lucha calle a calle. La torre de Andrea Bocelli fue fácil de tomar. Sin embargo, otros barrios rebeldes y más concretamente otras calles dentro de barrios relativamente controlados opusieron mayor resistencia. Así la fiebre cedió casi al completo al día siguiente y diría que al 99% (tuve que dejar algún retén vigilando por si las moscas) el viernes por la noche.

El último barrio en caer fue el barrio donde el sol no brilla o si lo hace es por su ausencia. Y no será porque no lo haya tenido que exponer sino porque en el cuarto de baño no hay luz solar :-). En eso he encargado ya a mis generales un informe comparativo con respecto a la rebelión del 2009 para ver por qué esta vez han logrado cosechar una mayor simpatía entre los civiles, civiles que ya tendrían que saber que lo mejor para que no se dispare la prima de riesgo es el apretarse el cinturón sin bajarse los pantalones.

Para finalizar, algunas diferencias entre el episodio de Bratislava y el de Málaga.
En Bratislava estuve un día sin trabajar. Al segundo estuve, relativamente limitado pero estuve. En cambio esta vez el jueves lo pasé prácticamente entero en la cama o si no en el sofá (hasta ahí igual). Dudé si ir a trabajar, pero la verdad es que poco porque entre la fiebre y la diarrea que luego comenzó ya me convencieron de lo contrario (lo mismo pero con más motivo a raíz de la experiencia anterior).

El viernes sí que estaba más convencido (la verdad es que parece que por las noches el caudal de los ríos se enlentece hasta casi pararse) pero quise jugar sobre seguro, empezar a trabajar desde casa y, si me encontraba bien, ir a trabajar más tarde. En cuanto el cuerpo recobró su biorritmo normal post-gastroenteritis me terminó de convencer de que solo trabajaría desde casa y lo que pudiera.

En Bratislava el primer día no tomé nada más que yogur y plátano y quizás eso influyó en el tercer día, no lo sé. El tercer día además tomé tónica Sweppes porque allí lo más parecido que tenían a una bebida de deportistas era un Red Bull (sic). Aquí tomé durante todo el tiempo cantidades industriales de Aquarius tanto que creo que nunca estuve deshidratado pero que quizás hicieron también que el desenlace se prolongara algo más en el tiempo

Y creo que este es todo el parte médico/de guerra. Así que hasta la semana que viene donde esperemos que podamos hablar de la alegría de seguir viendo las calles llenas de banderas de España, lo único que da alegrías, efímeras pero alegrías, a muchas personas que lamentablemente no tienen otra cosa de la que alegrarse.

Un saludo, Domingo.

sábado, 16 de junio de 2012

Información asimétrica

La semana pasada no pude escribir en el blog. En vez de ello estuve intentando configurar todo aquel "gadget" o dispositivo que mi tío me trajo. En concreto, un portátil, un tablet y un móvil. No sé cómo será en el resto de familias pero en la mía el único que "nació aprendido" fui yo. Así pues, mi hermano o mi primo, los cuales denotan bastante facilidad con el manejo de sus propios adminículos, parecen perder toda esa pericia en cuanto se trata de hacerle un favor a alguien, alguien con quien trabajas o incluso con quien vives. Ese y no otro es el motivo por el cual al final vienen a mí en busca de ciertas soluciones.

Ya me lo hice analizar una vez y el resultado fue claro: podría tener solución pero me temo que no la tiene, a pesar de que alguna mejoría, lenta, paulatina, pero mejoría se ha producido. En cualquier caso, no me importa aunque tampoco lo comprenda porque si ante el vicio de pedir, la virtud de no dar, ante el vicio de no dar, la virtud de ser pesado. Pero la salida fácil es, en muchos casos, demasiado atrayente y yo eso también lo comprendo. Por no hablar de que a ciertas edades ya tampoco está uno para intentar sacar razonando de un sitio a quien no ha entrado allí razonando.

El caso es que unos días después fue el santo de mi tío y también el aniversario de la muerte de mi abuelo. Diecisiete años ya. Diecisiete años ya, por tanto, del inicio de la carrera y, aparte de las asignaturas, los juegos en los pupitres con Jose y Jesús incluyendo aquel de calcular un minuto mentalmente y parar el reloj una vez se pensara cumplido para ver quién se acercaba más :-). Diecisiete años y parece ayer. Es más, es que fue ayer. Durante los primeros años de nuestra vida, hasta la adolescencia más o menos, nuestro disco duro, nuevecito, prístino, va dejando de serlo y los ficheros, indelebles, se van grabando a fuego.

Una vez el volumen almacenado alcanza un tamaño considerable, estos ficheros pasan a convertirse en parte del sistema operativo y no se borran ni aunque tengas mil copias de seguridad. Lo nuevos, en cambio, van vienen, alguno que otro intenta convertirse  (y lo consigue) en definitivo pero el estatus del recuerdo no es el mismo. Ya no es el que venía en el sistema operativo tras la instalación. Eso ya pasó ayer. Como la muerte de mi abuelo y mi tía, independientemente de lo importante que sea la información de dichos ficheros.

Ayer precisamente, hablaba con dos compañeros de trabajo. Una decía que no sabía de dónde sacaba las cosas su madre. Al parecer había sabido por una amiga o quizás vecina, que su madre decía que ella era superdotada y que hablaba alemán. En otro orden de cosas, el otro comentaba que su madre, ya mayor, hablaba que hasta hace dos días, hasta ayer mismo, el Corte Inglés abría los domingos.

Yo pensé que nos faltaba información. En primer lugar, no sabemos si fue su madre la que dijo eso o si fue la amiga o vecina la que lo entendió. Incluso, si lo dijo, también puede ser que no se supiera explicar bien. Por otro lado, evidentemente también está el amor de madre y para cada madre su hijo o, en este caso, su hija, es lo más grande. Como alguna vez ha dicho también mi tío: "No se de dónde saldrán los niños "malos", si preguntamos a sus padres todos son unos santos".

En segundo lugar, la segunda madre, superior en edad a la primera. Muy probablemente lo que decía era cierto ... para ella. Y muy probablemente nos falten sus "gafas" de ver la vida. Se dice que las personas mayores se van volviendo muy difíciles de manejar, ya no razonan como antes, adquieren manías ... y probablemente no puede ser de otra forma. Pero no solo eso, es también probable que su forma de ver la vida también sea correcta, no solo ya que el desgaste de la edad haga perder facultades sino que la información a la que se exponen sea completamente diferente.

Dicho de otra forma, para una niña de 15 años que sale por ahí con los amigos, no existe el peligro porque nunca ha oído hablar de él y si ha oído hablar de él, no lo percibe en su día a día. Por supuesto que hay "cosas malas" pero cuando ella sale no ve nada de eso y en su círculo cercano nunca pasa nada. Las cosas malas que pasan solo pasan lejos y a una persona entre mil ¿Por qué preocuparse?.

Para una madre de 45 y no digamos ya para una abuela de 75 que solo escucha hablar de las "cosas malas", esas están por doquier y aunque no lo estuvieran, por nada en el mundo querría arriesgarse a que a su niña de 15 años pueda pasarle algo. Es simplemente información asimétrica a la que nos vamos exponiendo de forma tan gradual que no nos damos cuenta. Algo parecido a lo que pasa en este vídeo:
http://www.youtube.com/watch?v=IGQmdoK_ZfY

Un saludo, Domingo.

Versión renovada de la vieja historia del gato

El tiempo pasa rápido, como expondré en otra entrada a continuación. Así que  me he permitido versionar una historia que, si no recuerdo mal, me contó alguien con quien polemicé vía blog al inicio de la existencia de este.

Hará unos 2300 años había un culto religioso en la zona de Mesopotamia Norte que creo que el lector conocerá bien por los documentales de la 2. El hermano con el rango más elevado, un tipo de carácter y con malas pulgas era paradójicamente muy amigo de los animales sin pulgas. Estilo a un San Francisco de Asís.

Este buen hombre oficiaba en un chamizo que tenía al lado de su propia casa. Los perros, de agua, no eran problema, estaban todo el día yendo y viniendo al arroyo (a uno de ellos le tirabas la piedra al agua, se sumergía, buceaba y la traía de vuelta). Sin embargo el único gato, un gato de Angola, llamado así porque se lo habían traído específicamente de allí, no se despegaba de él ni de noche ni de día. Se metía entre sus piernas y más de una vez, dos, se tropezó por culpa del dichoso minino.

No hubo tercera. A la segunda lo cogió y, durante los oficios, lo ataba a una de las estacas que sostenía el chamizo. Al par de años el gato murió y lo sustituyó por otro ... local. Este no era tan andarín pero avisado y avezado como era el clérigo, no dudó en atarlo al palo aquel. Y así se tiró toda su corta vida porque a los tres años, mientras cruzaba la calle, pasó zumbando un Lamborghini y lo atropelló. (No sé si os pueda sonar incoherente algo de la frase anterior pero como es mi historia, el lector tendrá que realizar un esfuerzo de comprensión).

El buen hombre de malas pulgas puso una señal de no poder ir a más de 50 por el poblado y se hizo con otro gato al que también ató. Y eso fue haciendo hasta el día de su muerte que tuvo lugar según evidencias directas e indirectas hace unos 2250 años. Entonces, el que había sido su monaguillo durante casi 6 lustros retomó su labor y lo primero que hizo al reunir a la gente fue atar el gato de turno.

Así, gato a gato, clérigo a clérigo, durante cientos, miles de años, no hubo ceremonia religiosa en la que faltara un gato atado. Al cabo de todos esos años, teólogos de toda raza aunque un único credo, elaboraron decenas de explicaciones sobre la importancia del gato en su religión y por qué siempre debía haber presente uno y además había que atarlo antes de comenzar y desatarlo al final siguiendo un minucioso procedimiento, so pena de terribles desdichas para el año corriente y dos venideros si no se hacía bien.

Un saludo, Domingo.

domingo, 3 de junio de 2012

¿Quién me la ha dado con queso?

Cuentan que el libro ¿Quién se ha llevado mi queso? fue un gran éxito, todo un best-seller. Yo mismo lo leí, debió ser por el año 2000 o 2001 y se convirtió en el primer y creo que único libro que he leído en un dispositivo digital, en concreto en el monitor. Sus escasas 20 páginas de esponjosa letra bien lo permitían.

Como bien dice la Wikipedia, se trata de un libro de superación escrito en forma de parábola. Hoy, unos cuantos años después, he conseguido un material hológrafo en el que bien puedo basarse su escritor suponiendo que lo hubiera tenido disponible en su momento, algo que todavía no he podido constatar y por tanto no puedo afirmar. Solo me faltaba además tener problemas de abogados, con esos mismos que tienen fama de no llevarse bien con los gatos. Curiosos animales, por cierto, siempre a caballo entre perros, ratones y ratas y encima ... arañan.

Pues vamos a lo que vamos. Espero disculpen la incoherencia de algunos pasajes que achaco sobre todo a la inenarrable tensión de los momentos vividos así como a mi incapacidad para descifrar las letras sueltas entre piélagos de materia rosa que impregnan grandes porciones del original.

Estoy muy contenta, por fin he llegado a Málaga. No las tenía todas conmigo, las cosas ya no son como antes que una ardilla podía cruzar la península ibérica saltando de árbol en árbol y ahora, si un conductor de un camión descubre a una chica joven, desvalida como yo, en la parte de atrás de su camión ... no quiero ni pensarlo. Pero bueno, todo ha salido bien y me lo voy a pasar todavía mejor. Va a ser como la canción que sonaba en el camión, ¡¡¡Lunes, party!!!, ¡¡¡Martes, party!!!, ¡¡¡Miércoles, party!!! ... y, desde luego, el entorno acompaña.

Tal como me habían aleccionado, me bajé en la última rotonda y subí la corta avenida con el corazón latiendo tan fuerte que casi me rompe los tímpanos. Entré por la puerta grande ... literalmente. Aunque no recuerdo si estaba abierta, me la abrieron o si simplemente pasé; solo recuerdo que los efectos de la adrenalina me duraron hasta que llegué a la casa. Saqué el justificante que había imprimido, seguí las instrucciones y allí estaba la puerta del apartahotel, abierta a pesar de lo tardío de la hora. Se ve que es un sitio seguro, esto en otros lugares sería impensable.

Entré y grité ... ¡¡¡hola!!!, ¡¡¡ya he llegado!!! ¡¡¡estoy aquí!!!, pero nadie me contestó. La televisión estaba a todo volumen así que es probable que no me oyeran. Así pues, me senté a esperar en un rinconcito que me pareció bastante cómodo y a fe que debía serlo porque me he despertado esta mañana aquí mismo. Se ve que el cansancio acumulado llamó al sueño profundo y este se presentó solícito. Bueno, voy a ir de nuevo a recepción, es temprano, las cinco de la mañana, pero digo yo que alguien habrá.

De nuevo no había nadie. Esto ya sí que es muy extraño. Así que me di una vuelta por el recinto a ver qué tal y la verdad es que mejoró mis expectativas. Parece que los dueños han debido sufrir algún contratiempo pero se ve que estaban enterados de mi visita porque han dejado el desayuno listo. Un desayuno un tanto pobre, eso sí, compuesto solo por fruta ... ¡¡¡y limones!!!.

No tenía mucha hambre pero me obligué a comer algo, los plátanos. No estaban mal, la verdad. Me comí un par de ellos aunque fiel a mi costumbre básicamente lo que hice fue darle un par de mordiscos, juguetear un poco con ellos y ya está. Mi madre me dijo mil veces que no lo hiciera, que con la comida no se jugaba. Pero no puedo evitarlo. Jooo, me aburro, creo que me voy a echar a dormir otro rato. Por ahora ya tengo claro que en Trip Advisor voy a poner lo del desayuno. Definitivamente no es lo contratado. Ahh, y la cama, muy dura. Si es que a eso se le puede llamar cama. He deducido que el rinconcito ese no es otra cosa que mi habitación. Pero aparte de  que el acceso es un tanto acrobático, se ve que a los turistas nacionales siempre nos dan lo peor, como digo la cama no es merecedora de ese nombre. Y la luz ... olvídate, mucho lujo en las zonas comunes, en la piscina pero son unos humanos (sic, así en el original) en cuanto a lo que las habitaciones se refiere.

Me he despertado de nuevo y noto esto algo cambiado. ¿Qué ha pasado?. Sigue sin haber nadie en recepción y parecen haber cerrado la puerta al salón. Había pensado en ponerme a ver la tele un rato, por las mañanas siempre veo el programa de Ana Rata (sic, imagino que debía referirse a Ana Rosa). Además son solo las diez de la mañana y ya han quitado el desayuno. Solo han dejado los limones y las naranjas pero no tengo exprimidor así que de nada me sirven.

Ohh, escucho algo. Parece que los dueños del apartahotel vienen para aquí. Hablan alto pero no sé lo que dicen, ignoro el idioma. Encima, con las prisas, creo que el diccionario se me cayó por algún lado. Voy a salir a buscarlo.

Nada, no ha habido suerte. Aunque al menos he visto la piscina, está muy chula aunque es rara. Tiene unas vayas altísimas como para impedir el acceso a los menores y digo yo que si es para eso, ya podían haberlas puesto mucho más bajas. O lo mismo son meros adornos, ¿quién sabe?. No me apetece darme un baño, antes tengo que depilarme, que una es joven pero ya no es una niña como para ir por ahí de cualquier manera. He intentado ir a una piscina más pequeña, que hay dentro de la casa pero está vacía. Se veía que era muy profunda pero he querido comprobarlo. He tirado una piedra enorme y ha llegado al fondo pero no he podido tomar bien el tiempo que ha tardado en caer y además no recuerdo la fórmula que había que usar. Sé que estaba la gravedad, 9,81m/s^2 y una raíz cuadrada o un cuadrado y el tiempo o algo así. De hecho creo que se podía deducir a partir igualando la energía potencial de arriba (m.g.h) con la enercía cinética abajo (1/2 m.v^2). Eso, así se calculaba la altura pero me sigue faltando la velocidad. Para la velocidad había que usar la fórmula del movimiento uniformemente acelerado, creo.

Uff, me duele la cabeza de tanto pensar. Me haría bien algo de azúcar. Hablando de azúcar, a los gerentes del lugar, yo los llamo irónicamente Hansel y Gretel porque aquí hay de todo menos dulces. Bueno ni dulces ni de todo, solo naranjas y limones. Ambos estuvieron hablando y se fueron. Al principio iba a decirles algo pero luego tuve miedo, no parecían muy amigables. Me encerré en mi habitación. Imagino que ya llamarán cuando quieran limpiarla ... si es que alguna vez la limpian porque ahí no ha entrado un plumero desde hace eones. El lado positivo es que hay "bolas del Oeste" que son muy divertidas.

Me recuerda a aquellas películas de John Wayne con la calle principal, la entrada al bar, los dos protagonistas frente a frente prestos a desenfundar porque el pueblo era demasiado pequeño para los dos mientras el viento quitaba del medio tanto al resto de figurantes que huían despavoridos a refugiarse en el bar (¿serían descendientes de españoles?) como a las bolas esas que nunca supe muy bien de qué estaban hechas, solo que en caso de tener que repetir la toma tendría que ser una gracia volver a ponerlas en su sitio, encender los ventiladores y esperar a que pasaran por el momento adecuado en el lugar adecuado. Aquí el viento no sopla así que soy yo la que las tengo que mover. A veces hasta juego al tres en raya con ellas. ¡¡¡Lo que hace el aburrimiento!!!. Aysss, parezco la "mujercita presumida" (sic), solo dormir y callar, dormir y callar. Así que ahora toca dormir.


Ya no sé ni qué hora es. Estoy perdiendo la noción del tiempo pero se ve que es de noche. Voy a poner una queja formal porque no hay ni una puñetera luz aquí. Hoy me he llevado un golpazo en la espinilla al salir de la habitación. No sé ni con qué habré tropezado pero un poco más y me mato. Luego al volver he tenido más cuidado y he ido palpando las paredes para no encontrarme con nada extraño. Así me he encontrado ... ¡¡¡una puerta secreta!!!. Creo que la utilizan para guardar sus cosas, cosas que no ofrecen a los clientes. Entre ellas ... ¡¡¡las patatas fritas del desayuno!!!. Aunque muy fritas muy fritas tampoco es que estén. No sé si serán de microondas o qué pero vamos, tenía tanta hambre que las he probado casi todas. Sé que siempre en vacaciones los hábitos, los horarios, las comidas, se descontrolan un poco pero esperaba que esto fuera más divertido, la verdad. Ahora, encima, he comido tanto que me duele la barriga. Creo que me voy a volver a la cama porque no me encuentro bien. ¡¡¡Vaya vacaciones!!!.

Me encuentro algo mejor aunque todavía siento una gran pesadez en el estómago. Creo que son las patatas y eso que no tenían mucho aceite pero vete a saber, lo mismo son francesas ... ummm, una tortillita, con con trocitos de queso sí que me comía. Pero definitivamente esto es un páramo, me han dejado aquí de la mano de Dios, no hay nadie con quien hablar, a la piscina no puedo ir por lo de los pelos y el apartahotel no tiene ni un mísero bar donde tomarse un vermú con aceitunas. En fin, daré otra vuelta a ver.

¡¡Ohh!!. Hansel y Gretel parece que no se han olvidado de mí después de todo. Han debido escuchar lo del queso y han añadido queso al buffet. Además han quitado las patatas, y decía yo que no debían estar muy buenas. Ya podían haberlas quitado antes porque todavía las tengo dando vueltas por aquí. El queso estaba buenísimo, y además al lado han dejado papel para que siguiera escribiendo. Menos mal porque ya se me estaba acabando. El papel me lo he traído aquí a la sala de reuniones que es a donde vengo cuando quiero escribir con tranquilidad.

Vaya, la cosa se está animando. Se ve que no son tan mala gente, ahora han puesto algún tipo de aparato recreativo que no sé muy bien cómo funciona porque un columpio no es. Quizás es como para hacer ejercicio porque lleva un letrero bien grande con el Swoosh, el símbolo de Nike. Y al lado otro trocito de queso. Esto me recuerda a los bombones que te dejan en algunos hoteles sobre la almohada. Pero ahora tengo sueño así que luego aprovecharé para hacer ejercicio y comer, que tampoco es conveniente que piensen que estoy aquí solo por la comida.

Ahh, ¡¡¡una siestecita reparadora!!!. Estoy llena de energías, ahora sí que me apetece algo de deporte y luego para la noche creo que cenaré uvas con queso ... o queso a secas en caso de que no haya uvas.

El aparato de gimnasia es un tanto soso, aburrido, sin mucha gracia, como todo aquí, pero si es gratis dame dos así que me he pasado un buen rato haciendo step y al final mi bien merecido queso. Turismo puede que no haga mucho pero por lo menos comeré y haré deporte que no debe ser una combinación del todo mala. Eso sí, es cansado. Y a mí el cansancio me da sueño ... y parece que el queso también.

Definitivamente he perdido la noción del tiempo pero el único problema que le veo es que no sabré cuándo tengo que hacer el check-out aunque todavía faltan unos días. En cualquier caso, ya me avisarán. Voy a ir de nuevo a por algo de queso a la alacena, a ver si han repuesto.

¡¡¡Vaya!!!. No han repuesto el queso pero en su lugar había un pastel enorme de fresa que estaba buenísimo. Madre mía, por más memoria que intento hacer no recuerdo haber probado nada de una palatabilidad tan alta en mi vida entera. Eso debe ser una bomba de colesterol pero entiendo en cuenta que Hansel y Gretel no parecen tener mucha comida basura por allí, lo mismo hasta es natural y saludable. En cualquier caso, me da igual; ya se sabe lo que dice la sabiduría popular: ¡¡¡Lo que no mata, engorda!!!. Eso sí, todo el ejercicio que he hecho, para nada porque estoy que no puedo ni moverme. Me voy a echar un rato. Por cierto, sigo pensando que saben lo que pienso porque hace nada estaba pidiendo azúcar en vena y de repente me ponen el pastel.

¡¡¡Esto es vida!!!. Otro pastelón de estos tan buenos. Cuando llegue a casa tengo que mirar en los números atrasados de los Olfateadores de Queso, que para eso soy socio de la OQ (sic ¿¿¿¿??????). Creo recordar que los pasteles los estuvieron analizando hace unos meses y ardo en deseos de saber dónde habrán comprado este y si será muy caro. Me comería uno al día.

¡¡¡Jojojo!!! ... o dos porque hoy me he zampado dos de esos. Para el primero la verdad es que hice algo de deporte antes pero sobre el segundo me lancé sin miramientos. Esto sí que es vida y la vida es sueño, un sueño hecho realidad. ¡¡¡Las mejores vacaciones de toda mi vida!!!. ¡¡¡Comer y dormir, comer y dormir!!!.

Nunca pensé que lo iba a decir pero ¡¡¡¿¿¿Queso???!!!. ¿Por qué no han puesto pasteles y han vuelto al triste queso?. Lo primero que vino a mi cabeza al verlo fue ¿Qué es eso? ¿Eso es queso? ¿Qué queso es? Al menos sabrá a pastel de fresa ¿no?. Pero no, queso normal de ese de bola, holandés que casi llegué a aborrecerlo la última vez de tanto comer. No como los pastelitos de fresa, claro está. De eso es imposible hartarse. ¡¡¡Madre mía, qué palatabilidad!!!. Se me hace la boca agua solo de pensarlo. Pero no, me han bajado de la nube en la que me hallaba sumida de la forma más cruel. Solo me queda ahogar las penas en un poco de queso.

Desde que he tomado el queso me noto ... no sé, extraña. Es una sensación curiosa porque a la vez me siento con la cabeza mucho más ligera y el cuerpo mucho más pesado. Es cierto eso que dicen que las grasas del queso van directas a las cartucheras. Se nota que son unas grasas mucho menos sanas que las de los pasteles de fresa. Cuatro me zampé y yo me notaba más apolínea, esbelta y estilizada. Una pena no haber tenido un espejo de cuerpo completo por delante porque hubiera sido el momento ideal para probarme los trapitos que llevaba en la maleta. Y después ¡¡¡Party!!!. Pero ahora no estoy on the mood así que mejor me echo a dormir un rato.

¿Más queso?. Esto empieza a recordarme al vídeo aquel del argentino con la nieve. Un poquito de queso está bien pero donde se pongan toneladas y toneladas de pastel de fresa que se quite todo lo demás. Ni siquiera es consuelo que la sabiduría popular diga y rediga que a falta de pasteles, bueno son quesos. Eso sí, ¡¡¡qué malita estoy!!! Dios mío, ¡¡¡qué malita estoy!!!. El queso ese me está sentando fatal. Voy a echarme un rato porque como no me eche creo que lo voy a echar ... me da vueltas la cabeza, ya no sé ni si lo que escribo tiene sentido.

Ignoro completamente cuánto tiempo ha pasado desde la última vez pero parece casi de noche. Debe serlo porque no se escuchan los ruidos en la piscina. ¡¡¡Ayyy, qué malita estoy y qué poco me quejo!!!. Vaya forma de acabar unas vacaciones porque creo que tengo que irme mañana, o pasado o dentro de cuatro días, la verdad es que no lo sé. Voy a ver si hubiera algo de queso por algún lado y me vuelvo a la cama.

Ummm. queso .... no, ya no quiero queso; ese queso no me sienta bien. A Dios pongo por testigo que solo volveré a comer pastel de fresa. Voy a buscar a ver si hay algo por aquí .... ¡¡¡ayyyy, que se me va el cuerpo!!!. Qué mal me encuentro, casi sin fuerzas, desfallecida, como en esas películas en las que el médico siempre le dice al enfermo: "No te duermas, no te duermas". Pues yo creo que me siento como el enfermo, solo tengo ganas de cerrar los ojos y descansar. Pero no, tengo que ser fuerte, voy a salir de nuevo aunque sea lo último que haga.

Creo que efectivamente fue lo último que hice. No sé si llevaba fuera un minuto o una hora cuando llegó Gretel. Puse los ojitos del gato con botas y creo que la cautivé porque me intentó coger con mucho cuidado como se coge a los gatos. Me cogió del lomo pero me hizo daño, o me dio un retortijón el último queso que comí o yo que sé. El caso es que de forma instintiva me giré para comentárselo y de paso preguntarle si le quedaba más pastel de fresa pero creo que en vez de eso acabé mordiéndola. Digo que creo porque lo siguiente que recuerdo estar en el suelo, dolorida, mientras una agresiva Gretel me amenazaba con una escoba en una mano mientras miraba cómo manaba la sangre de la otra.

Reuní las pocas fuerzas que me quedaban e intenté esconderme. La engañé durante unos momentos pero me descubrió así que lo intenté en otro sitio con idéntico resultado. Al final las piernas ya no me respondían y dejé de luchar. Intenté explicarle que no había sido queriendo pero las palabras no salían de mi garganta. Balbuceé un "perdón, yo no quería" mientras la fuerza motriz que animaba a la escoba se divertía obteniendo una suerte de aquaplanning sobre el frío suelo. Al final acabé aterrizando sobre un suelo más tosco y unos benéficos a la par que salutíferos rayos solares me acogieron. Hay quien dice que la luz se ve al final del túnel; no, la luz se ve antes. Ya lo describió con sorprendente viveza Homero cuando decía algo así como que: "las tinieblas anegaron sus ojos".

Enceguecida, moribunda, recé al único Dios que he conocido, el Dios Ra. Nunca le he tenido demasiada fe pero creo cuando pierdes toda esperanza, lo único que te queda es la fe, por minúscula que esta sea. Y así, encomendándome a él cerré los ojos a la par que veía cerrarse sobre mí el ingenio de gimnasia destinado a convertirse en improvisada mortaja. No les guardo rencor; si acaso, por no poner a mi lado un poquito de ese divino pastel de fresa, ese del genuino sabor a gloria y exquisita palatabilidad. Dudo que allá arriba pueda encontrar algo mejor.

Un saludo, Domingo.