El jueves pasado volvimos a jugar al fútbol tras dos semanas de descanso debido a los eventos lúdico/festivos propios de una huelga general o una Semana Santa. En este tiempo mi actividad física se había reducido y la rigidez de la dieta se había relajado (aunque no por ello el peso hubiera aumentado) por lo que tenía mis dudas acerca del nivel de rendimiento que iba a mostrar durante el partido.
Salí ligeramente tarde del trabajo pero todavía a tiempo de llegar puntual a mi cita con el fútbol de los jueves. Una vez allí, saludé al resto de compañeros y, al cambiarme y hacer los ligeros estiramientos que uno acostumbra, a veces, a hacer, ya noté que me sentía ágil. Eso era un buen presagio. En los minutos siguientes, mientras correteábamos intentando calentar la musculatura que debía soportarnos durante el partido, alguno que otro comentaban los goles de Cristiano Ronaldo, esa parábola imposible, ese x^2 + y^2 no constante porque a mitad de camino el coche decidía hacer una excursión entre el arcén y la mediana a tal velocidad que, el portero, mareado, no podía sino limitarse a contemplar cómo el "esférico redondo" al que hacían referencia mi hermano y sus amigos hace unos años, reducía su velocidad hasta poner punto muerto y echar el freno de mano en el fondo de las mallas.
Y entonces, encontrándome francamente bien, decidí que sin haber visto el gol, le pegaría al balón de tal forma que todo el mundo pensara que había querido imitar al portugués
y luso ; iluso de mí, me lo creí. Aunque bueno, tampoco es que me lo creyera del todo ;-). Y empezó el partido. Durante los primeros minutos nos hicieron bastante daño por las bandas una de las cuales era defendida por mí.. Se adelantaron 1-0, empatamos, nos colaron dos seguidos 1-3 en los cuales yo fui involuntario partícipe al tocar sin llegar a desviar un buen tiro que realizaron desde la banda que yo no defendía (es decir, yo hacía la cobertura no se me puede achacar nada :-D) y otro en el que despejé de cabeza hacia el portero pero este dudó, el delantero fue más rápido y marcó. No fue un buen comienzo, salvo para nuestros rivales, claro. En concreto para el autor de los goles, todo un corredor de fondo que más bien suele ser criticado por sus fallos que alabado por sus aciertos.
Sin embargo, aquel partido era su partido a pesar de que no fue el partido de su equipo. Tras el 1-3 inicial, mi equipo se rehizo y el contrario se descompuso. Remontamos y hasta nos pusimos dos o tres goles por delante. En ese momento, una jugada de ataque rival, un balón suelto en la frontal, gritos de sus compañeros para que no intentara el lanzamiento a portería y ... él no hizo caso. En un cuarto de giro prodigioso golpeó el balón con la suficiente fuerza y la dirección precisa para que en otra magnífica parábola fuera a clavarse pegadito a la escuadra derecha de nuestra portería. Todo un golazo. Todo un golazo que sirvió de poco porque luego marcamos unos cuantos más y no hubo mayores problemas. Se notó, sin duda, que su mejor jugador estaba evidentemente pasado de forma. Y es extraño porque creo que tiene un par de años menos que yo, es todo un atleta y yo hubiera esperado que aún con los 3 ó 4 kilos de más que pudiera tener, todo un atleta como él que le pega al balón como si le debiera dinero, que corre como si fuera él el que le debiera al defensor, mostraría mucho mejor nivel. Pero no fue el caso.
En cuanto a mi propia actuación, no estuve mal del todo. Ese par de balones tocados que no pudieron evitar el gol solo testifican que, al menos, estaba defendiendo. Estuve bien en las coberturas, subiendo el balón cuando tocó, intentando meter el balón al hueco a pesar de que ninguno pudo ser bien aprovechado, sacando el primer y tercer córner ... pero fallé de cara a portería simplemente porque no lo intenté (o lo que es peor, una vez ni siquiera se me ocurrió que podía pegarle) y, sobre todo, por el lanzamiento del segundo córner.
Hace un par de días Guardiola decía que Messi y Ronaldo comían aparte del resto de jugadores. Se le olvidó decir que yo también. Aunque también es cierto que no como con ellos sino más bien todo lo contrario. De haber asistido al partido probablemente hubiera caído. Debían llevarse jugados unos veinte minutos y, tras haber centrado un primer córner relativamente bien al centro del área a un sitio donde podía llegar la cabeza de nuestro jugador más atlético, decidí ponerla esta vez al borde del área para que nuestro mejor pegador intentara engancharla. Mi falta de puntería es proverbial pero los saques de esquina no los realizo del todo mal para lo que cabría esperar y como quiera que aquella vez no había quien se molestara por ello, procedí a intentarlo ... y fue solo eso, un intento. Le pegué fatal al balón, tan mal como probablemente solo lo he hecho en contadas ocasiones en mi vida. No sé si le di con el tobillo o con qué pero el balón no se lo pasé al portero (al mío) de milagro. En dirección al centro del campo iba de no ser porque nuestro cañonero, venciendo posiblemente la risa, decidió ir a por él.
No pasó nada, nadie me recriminó nada, ni siquiera una insinuación así que no había problema. Salvo yo, evidentemente. En un momento, a raíz precisamente del gol rival que entró por la escuadra y las conversaciones al respecto, pensé que había llegado el momento de adaptar el conocido eslogan de Pirelli y usarlo para venderme a mí mismo:
La potencia sin control no sirve de nada
Pero claro, eso era muy soso; debía darle un toque más personal, algo que realmente me identificara como jugador de fútbol. Ya es por todos conocido que soy un jugador "polipatético" pero el efecto de esa idea-fuerza fue limitado y ya no provoca nada. Necesitaba pues un nuevo eslogan que proporcionar a mi manager y sin duda se me había ocurrido el mejor:
Sin potencia, sin control; No sirves de nada.
Ya en vestuarios se lo comenté a alguno de los compañeros y, no sé por qué, se rieron. Dijeron algo así como que como eslogan es bueno pero que no sabían si iba a conseguir el efecto esperado que no es otro más que del Bosque se acuerde de mí para sostener el paraguas que le dé sombra a Iniesta en el europeo de este año. Yo estoy convencido de que puedo lograrlo y de que el eslogan elegido será la clave para ello.
Un saludo, Domingo.
P.D.: Quizás para compensar, en el partido de ayer marqué un par de buenos goles disparando desde fuera del área (de fútbol sala), con el exterior del pie derecho, colocando el balón pegado justo a la base del palo. Además también me hice un autopase que dejó boquiabiertos (no por la dificultad pero sí por lo inesperado) a todos y que no acabó el gol porque el palo lo evitó. Eso sí, eso que podría ser una buena noticia no sé si será del todo bueno para mi eslogan. Como se filtren esas imágenes a la prensa, la gente puede pensar que soy como Milli y Vanilli y que el que sacó el córner no es sino el que pone la voz mientras yo me limito a hacer playback. Habrá que tener cuidado.