sábado, 18 de agosto de 2012

Funcionarios

Hace no mucho decía yo: algunos funcionarios no se merecen los recortes; otros no se merecen el sueldo.

Es cierto que cuando pensamos en un funcionario pensamos en esa persona que se pone en una ventanilla a las 9 de la mañana, se va a desayunar a las 10, vuelve a las 11 u 11:30 si tuvo que hacer la compra y se va a las 14 para casa. Tal como dicen muchos funcionarios buenos, es ese 90% el que nos da mala fama al 10% restante. Probablemente no son el 90% pero sí son los que dan mala fama.

Debido a los luctuosos (o quizás no tanto) sucesos de hace un mes (madre mía, ya ha pasado un mes), me vi obligado a hacer lo mismo que otros casi seis millones de españolas, ir a que me atendiera un funcionario. En primer lugar me atendió un funcionario o grupo de ellos que fueron los que hicieron la web para pedir la cita previa y la conectaron con la base de datos de desempleados de Andalucía.
Yo estuve inscrito hace doce años por lo que tampoco era tan descabellado pensar que tuvieran mis datos. O quizás sí; en este caso, sí. En cualquier caso, por mucho que se pudiera sospechar, la aplicación decía que se fuera directamente a la oficina y eso hice.

Fui a la oficina y una vez allí probé en sus terminales. Nada de nada, mis datos no estaban. Una de las empleadas me comentó entonces que levantara el auricular del teléfono que tenía a mis espaldas y pidiera cita, dos citas de hecho, una para la administración dependiente de la Junta de Andalucía y otra para la dependiente del estado (esto lo sé ahora, claro). Las citas las darían para la semana siguiente y entonces ya se me daría de alta en el sistema ... y eso hice.

A la semana siguiente me presenté con mi documentación, la que me habían dado en .la empresa, a la hora convenida. Me atendieron, me dieron de alta y me proporcionaron un papelito que supuestamente podía usar para "renovar la cartilla del paro" desde internet, en casa. Además, me volvieron a citar para la Junta de Andalucía a las dos semanas para actualizar el perfil de búsqueda de empleo, titulaciones, cursos etc.

Al acabar la cita con la Junta de Andalucía, me llamaron desde el estado, en la otra esquina, que era desde donde debía solicitar la prestación. Al llegar allí otra amable señora me comunica que no puedo hacerlo todavía porque la empresa ha declarado que tenía un mes de vacaciones, tiempo por el cual he cotizado y que debía disfrutar antes de solicitar la prestación.

Pues bien, a las dos semanas me presento con los datos de los cursos y un certificado de notas escaneado puesto que no había encontrado el título. Tomaron nota de la experiencia, los cursos y me preguntaron si tenía la tarjeta. En un primer momento pensé que no y me sacaron otra pero al verla ya pude comprobar que no era una tarjeta como tal sino un papelito con la clave para "fichar" desde internet. Eso sí, me comentaron que al estar todavía de vacaciones esa tarjeta no era válida y debía cambiarla. Aprovechando que a la semana siguiente tenía que pedir cita para solicitar la prestación, podía pedir el cambio.

La mujer me lo anotó en la tarjeta pero a ella se le olvidó decirme y a mí no se me ocurrió preguntar que la cita para pedir la prestación no valía para la renovación de la tarjeta, asunto de la Junta sino solo para la prestación, asunto del estado. Esto tampoco lo supe en su momento sino ayer cuando volví por cuarta vez en un mes a la oficina.

El hombre, muy amable él, que me atendió me dijo que no podía salir al extranjero más de 15 días al año, tenía que notificarlo antes de irme y al volver. Me comentó alguna cosilla más y entonces yo saqué la "tarjeta" con el comentario hológrafo de su compañera autonómico. Me dijo que no pensara que fuera problema porque para ellos ya constaba como inscrito pero que a pesar de todo preguntara en información puesto que tendría que pedir otra cita y renovar esa tarjeta.

Así que nada, a información vamos. En información entrego las dos tarjetas que tenía. Prueban las contraseñas correspondientes y nada. Vamos, el mismo resultado que yo desde casa puesto que yo lo había intentado y al final había tenido que recurrir al certificado digital, que sí fue aceptado. Tras eso, cambio de contraseñas y en principio tema informático resuelto. Ya solo quedaba la duda de la renovación ... que tenía que ser la otra señora de información.

No sé si antes, con las ventanillas físicas, la cosa era más o menos jocosa pero allí estaba yo cual pelota de pinball y con complejo de Asterix cuando me atiende esta buena mujer. Entonces me dice que:
  • Tengo que pedir cita para renovar la tarjeta. Por el tipo de cambio implicará dar de baja la actual y crear una nueva por lo que no sabe si afectará a la parte estatal. Yo comento que si hace falta quedarse hasta el final o algo así, no tengo problema.
  • Responde que no atienden sin cita. Me parece correcto pero al menos no podrán decir que yo no he puesto de mi parte.
  • Me saca ella misma una cita para el lunes (que tengo que volver) y allí y me deja caer que lo debía haber hecho antes. Le digo que me enteré de eso la semana pasada y que debió haber un malentendido o, no me lo dijeron o no me enteré. Creo que se trataba de una salida honrosa para ambos.
  • Y entonces va y me reconviene por no haberlo hecho antes teniendo en cuenta la fecha en la que me proporcionaron la primera tarjeta.
Le dije que había estado varias veces y que no me lo habían comentado hasta la semana anterior pero no quise discutir más, no habría tenido sentido por lo que le agradecí lo de la cita y me fui. En cualquier caso considero que:
  • No es mi labor estar enterado de si tengo que pedir una o dos citas. Ellos deberían hacer que realmente fuera una administración única, algo que distan de ser. El caso es que individualmente toda las atenciones han sido exquisitas pero no hay duda de que a aquel sistema le falla algo. Me da que está pensado para la comodidad del trabajador y no la del ciudadano.
  • Suponiendo que yo fuera del género tonto, no creo que distara mucho de la media (no en vano la media sigue votando a nuestros políticos y defendiendo a los suyos cuando hacen las mismas barbaridades que critican en los otros) y si eso me pasa a mí es más que probable que le pase a más gente. Tras unos cuantos millones de parados ya era para que hubieran aprendido algún que otro truquillo para ahorrarse trabajo, por ejemplo, lo que hizo la señora de la semana pasada que dejó escrito en la tarjeta lo de que había que renovarla y cuándo.
  • El lunes tendré problemas. Me renovarán la tarjeta dando de baja la actual. A la vista de lo bien que está el sistema informático eso contará como un alta y una baja por lo cual lo que hice ayer de solicitar la prestación se anulará y tendré que pedir otra cita para que me vuelvan a dar de alta. En el mejor de los casos solo tendré que dar dos viajes más y en el peor de los casos dejaré de cobrar la parte proporcinal a ese tiempo que esté de baja. Aunque bueno, imagino que el paro disponible se alargaría en ese mismo tiempo.
  • Si esto es una administración automatizada, sin duda es mejor que nada pero motivo de más para que Zapatero hubiera dedicado el Plan E a mejorar las administraciones de España en vez de sus aceras.
 Es lo malo de los estereotipos, que cuando están ahí es porque son útiles. En este caso, de nuevo, se vuelve a comprobar que, al menos algunos de los funcionarios que hay tras las ventanillas, dan mala fama al resto.

Un saludo, Domingo.

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