sábado, 5 de mayo de 2012

Un cítrico al día

"Una naranja al día" es una idea que me rondó en su momento la cabeza y que apunté para que no se me olvidara. Y ahí está. Posiblemente si no le hago caso acabará yéndose un día de estos sin ni siquiera ser pensada a fondo.

Eso sí, vaya como adelanto que dentro de mi estilo de vida moderadamente saludable, ahora mismo me estoy llevando para el trabajo un par de naranjitas pequeñas (mandarinas las llaman algunos mal pensados allí). Su misión es ser engullidas a media mañana o a media tarde, cumpliendo así el consejo tan traído y llevado de las 5 comidas al día.

Y bueno, reconozco que por el momento no me va mal. Lo que no sé es lo que haré cuando se acaben las naranjas, supongo que, como cuando era niño e iba al colegio, me llevaré una manzana para el recreo ... y otra para la profesora aunque como en este caso no tengo profesora, yo mismo tendré que dar buena cuenta de ella por la tarde.

Como digo, no sé lo que haré cuando se acaben las naranjas. Pero lo que sí sé es lo que haré en casa. O al menos lo que estoy haciendo ahora con gran placer por mi parte, tanto que lo aconsejo a quien quiera escucharme. Últimamente, sobre todo a la hora de la cena pero a veces también a la hora de la comida los fines de semana, no estoy bebiendo agua con la comida. O no solo estoy bebiendo agua. Últimamente exprimo medio limón en un vaso de agua y le añado dos sacarinas. Obviamente, luego, me lo bebo. Es la única forma que he encontrado de tener el mismo vaso vacío para poder exprimir el otro medio limón, echarle agua y otras dos sacarinas. Et voilà, ya tengo mi limonada casera.

No sé por qué pero me da que si ahora sienta bien, en verano va a ser todavía mejor. No solo eso, también descubrí que las comidas pesadas (al menos para mí) lo eran menos si las acompañaba con un par de naranjas en el postre. Ahora que las naranjas están racionadas para el trabajo, el zumo de limón tengo la esperanza de que cumpla la misma función. Y a fe que por ahora así lo hace. Es cierto que esporádicamente tengo que echar mano del bicarbonato pero también es cierto que desde que los cítricos entraron en mi vida la frecuencia ha disminuido. Claro que también puede ser porque intento controlar más esas ingestas indigestas.


Una idea anida por sorpresa,  
Mirando con tristeza a su presa,
El verdugo del ácido cítrico. 
Secciona fríamente y sopesa,   
¿No sería mejor a un político?


Un saludo, Domingo.

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