Llegué antes que nunca consciente de que posiblemente no habría vestuario libre y que tendría que esperar. Había sido un día extraño incluyendo una comida de máquina, lo que viene siendo un sandwich ya que mis compañeros habituales, por una u otras circunstancias, no estaban por allí. Y se convirtió en un día todavía más extraño. Como decía, llegué antes que nunca, bajé las escaleras y, junto a la pista externa de la ciudad deportiva me encontré con un grupo de tres o cuatro personas alrededor de una niña ataviada con una equipación roja y echada sobre la pista como si le hubiera dado una bajada de azúcar, de tensión o de lo que fuera. Junto a ella, otra de pie con los ojos rojísimos de tanto llorar.
Pensé que quizás era un club de atletismo que estaba compitiendo, la chica se había desmayado y la otra, impactada, no había podido contener las lágrimas. Sin embargo, la explicación resultó ser diferente y no sé si decir que más prosaica. Al parecer, se estaba jugando un campeonato andaluz de baloncesto femenino (el CADEBA 2012) y el equipo gaditano se enfrentaba al almeriense o al malagueño, no recuerdo bien. En la segunda parte, una cómoda ventaja de diez puntos, 28-38, una pájara anotadora, varios triples del rival y perder al final 42-40. Todo un golpe en el ánimo de unas chicas de 13-14 años, no más, que ya se verían en la siguiente fase.
Sin embargo, una cosa es una cosa y otra cosa son dos cosas. Tiene todo el sentido del mundo que una niña llore, hasta que llore mucho como la chica que se encontraba de pie. Empieza a carecer de sentido que eso derive en un ataque de nervios y entre en shock. Y ya carece de total sentido que no sea una sino que sean dos las niñas con ese cuadro porque al lado de la primera, yacía otra segunda que no vi hasta después.
En el tiempo que estuve esperando vi cómo las atendía el médico del equipo, cómo les daban oxígeno (o luego dióxido de carbono según comentó uno de los médicos que juega con nosotros), cómo las levantaban, cómo apenas podían caminar ni acompañadas de dos compañeras y cómo finalmente tuvieron que llamar a la ambulancia para atenderlas.
Mis compañeros de fútbol echaban las culpas al entrenador, a los padres y no sé si al sursum corda. Yo supongo que es culpa un poco de todos. Del entrenador desde luego, los que había jugando en aquel momento, uno de ellos al menos, parecía "más motivado" de la cuenta. Y más de una vez hemos escuchado a entrenadores en los vestuarios defecando virtualmente sobre todo aquello que creyeran susceptible de ser defecado sobre. De los padres, posiblemente. Desde luego si alguno de ellos había acompañado al equipo, espero que se pregunte si visiones como esa son necesarias.
Y luego las niñas, que digo yo que algo de culpa tendrán. Pero desde luego en lo que todos coincidíamos es que ya tendrán tiempo de llorar por cosas importantes, no por un partido perdido. Y es que la vida les dará la oportunidad de saber cómo se pasan canutas ... o su equivalente en román paladino con rima consonante. Esperemos que no mucho, pero también esperemos que algo porque desde luego la única opción para que nunca sufran es una muchísimo peor a la de sufrir lo normal cuando se tiene la suerte de vivir en el mundo en el que vivimos.
Todos, a pesar de no ser ancianos, tenemos ya algo de experiencia y recordamos cosas que hicimos que nos pudieron parecer importantes, que lo pasamos moderadamente mal y que ahora el tiempo ha dejado en ... importantes en su momento con un coste emocional muy a precio de mercado. Y lo digo yo que dentro de la suerte que tenemos, considero que soy especialmente afortunado.
Si la vida te trata, con la punta de la bota,
Si metes mucho la pata, si no te enteras ni jota,
Si la experiencia no es grata, si toda parece rota,
Espera a salto de mata el agua de mayo que brota,
La pantera se volverá gata y la Tierra solo una mota.
Un saludo, Domingo.
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